miércoles, 23 de noviembre de 2011

resbalando un largo beso que empieza en la boca y se pierde en la barriguita

[...] pero ya es el retorno darwiniano, suave aterciopelada regresión a la ranita, el apartarse cadencioso de los muslos, las rodillas que subirán sin que nadie se lo pida, el trecho inexpugnable ofreciendo la llave musgosa, Heredia arquimédicamente sabrá que sólo necesita un punto de apoyo y clavará las rodillas en el hueco propicio, y sus dedos subirán a la boca para buscar la saliva que esta noche es el santo y seña en la porteña, la cifra de la combinación secreta, Diana gemirá, la ranita empalada y sollozante, y una vez más el siracusano sabrá que ya puede mover el mundo, que todo está empezando a girar y a subir y a flotar y a hundirse con todas las propiedades de la física y la química en un torrente de colores bajo los ojos cerrados, entre murmullos y cabellos.

Cortázar. El libro de Manuel

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